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sábado, 30 de mayo de 2009

El paradigma de cómo conocemos el conocimiento, Inteligencia Artifical vs Inteligencia Humana

Cuando queremos hablar de Inteligencia Artificial (I.A.) del concepto de pensamiento artificial, de que usamos para hacer referencia a algunos tipos de inteligencia y de la capacidad de algunas maquinas de generar un discurso lógico, el objeto del conocimiento no se extingue en el hombre.
Hablemos del paradigma de cómo conocemos el conocimiento, desde puntos de vista diferenciados:
- Una perspectiva cognitiva orientada al cerebro, la mente; una neurociencia experimental, una praxis psicológica que toma, de alguna manera, la forma de pensamiento natural.
- Otro tipo cognitivo orientado hacia las matemáticas (lógica matemática, matemática meta-algorítmica) que desemboca en un pensamiento artificial llegando así a la Inteligencia Artificial(I.A.)
La intersección y las diferencias entre estos dos enfoques sobre el mismo objeto que es el “pensamiento”, son igualmente el objeto de estudio científico.
La existencia de un pensamiento artificial no es en absoluto un espejo de reflexión, ni una proyección del hombre o una prótesis que le aumenta sus posibilidades cognitivas. Este pensamiento artificial es también objeto de estudio por parte de la misma ciencia del pensamiento; la I.A. se auto desarrolla se adecua y evoluciona creando sistemas de pensamiento con habilidad científica.
La aparición y desarrollo del lenguaje en el hombre, que implica la creatividad, la capacidad de pensar, así como la capacidad de dudar, no le hace más pensante que lo que el pensamiento artificial hace teniendo como soporte una máquina.
El procesamiento lingüístico, la utilización de la memoria, el razonamiento, la actividad neuro-fisiológica y su estructura, son considerados como un proceso de producción de inteligencia interna, que no habla ningún idioma, es un proceso cerrado. La comunicación da a este proceso, un contexto socio-cultural, a que podríamos llamar inteligencia externa. Esta ciencia del conocimiento, dentro del concepto de inteligencia externa, se sitúa en el cruce entre la neurología y la psicología, donde no están claras las leyes científicas que las delimitan, ya que, aunque nos cueste admitirlo, en la ciencia psicológica no hay leyes absolutamente determinadas.( Epistemología de las ciencias humanas)
No quiero caer en un materialismo reduccionista afirmando que todo lo que existe es exclusivamente físico, transformando la mente en un epifenómeno de un sistema físico, sin identidad y reducida a la actividad cerebral en procesos de inteligencia interna continuos.
Un fisicalista no puede reducir el proceso mental a una física mesoscópica, transformando el pensamiento y su estudio al estudio de sistemas microscópicos en que el resultado final sería que las partes (grupos de átomos) son significativamente diferentes del material masivo, el hombre.
Lo que sabemos hoy sobre el tiempo, el espacio y la incertidumbre de los fenómenos físicos, nos hace dudar la existencia de una ley física supra reguladora del fenómeno físico del pensamiento. Aun no tenemos la certeza de una ley física universal, valida en la tierra y en cualquier galaxia.
Estamos obligados a comparar la lógica natural del pensamiento con la ilógica natural del hombre. El pensamiento racional es un modelo lógico, y lo podemos considerar como una especie de aproximación científica a la racionalidad.
La lógica de Frege se contrapone al psicologismo, no aceptando que las palabras, los signos, se refieran a ideas, es decir, contenidos mentales de los hablantes. Frege envuelve el lenguaje en una lógica, haciendo la distinción entre sentido y referencia, y entre concepto y objeto; así, una determinada proposición gramatical puede ser enunciada en distintos momentos para con distintos objetos. Su lógica matemática, que influenció a Russell, Whitehead, Wittgenstein, Husserl… cuantifica la forma lógica del pensamiento, sosteniendo a la matemática y al lenguaje, siendo la origen de lo que es hoy una filosofía de la linguistica.
Los operadores lógicos como if, then, son herederos de una lógica bivalente; hoy en día podemos proponer una serie continua de valores, transformándola en una lógica multivalente, una lógica difusa, de acuerdo con algunos principios de la lógica cuántica (principio de la distributividad).
Regresemos al hombre. Los ordenadores son una herramienta; la capacidad de pensar y de calcular son atributos de una entidad constituida por un hombre con una calculadora. La cuestión es la posibilidad de que las herramientas puedan alcanzar un cierto grado de consciencia de sí mismas; no es una preocupación científica, es una preocupación ontológica y humana.
Al generar un sistema artificial con un grado de complejidad muy similar al humano, no hay razón para pensar que este sistema se aproxime siquiera de lo que es el libre albedrío. La capacidad de la máquina, a nivel de procesamiento, puede y es muy superior en velocidad y almacenamiento de datos a la humana; sin embargo, la autoconsciencia de esta última, que está determinada por su naturaleza física humana, que no se reduce a los órganos de los sentidos, sino a todos los sistemas que contribuyen a su existencia como organismo vivo.
Turing creó un método para diferenciar un pensamiento artificial de uno humano como si fuera un juego, aunque viciado, ya que el árbitro del juego es un humano, el único que puede encontrar la diferencia entre la comunicación con otra persona y con un sistema computacional.
A un sistema de I.A. le falta la interacción social, que determina la existencia de una inteligencia externa; nos referimos a acciones intencionales de comunicación del idioma y comportamientos basados en determinadas creencias, a la autoconsciencia de la experiencia de hablar en primera persona; una inteligencia colectiva, resultado de un conocimiento constituido en cultura, patrimonio de una identidad cultural, que tiene la capacidad de almacenar información y de transmitirla. Este modelo de inteligencia colectiva se constituye en el yo personal a través de una lengua que comparte con la comunidad, participando creativamente.
La herencia cultural es resultado de un proceso evolutivo de sucesivas réplicas de conceptos originarios, tanto a nivel lingüístico de la palabra como genéticamente hablando que evolucionan, dando lugar al hombre que somos.

Jean Luc Ditry

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